miércoles, 20 de enero de 2010

Un cuento de Navidad.

Acabo de regresar del multicine donde he podido disfrutar de esta bellísima obra de arte cinematográfico (Ahora se puede decir que Zemeckis es un artista). Puedo afirmar esto aunque hayan razones que le quitan ventaja a esta cinta. Da la impresión de un bodrio comercial más de Hollywood para aprovechar la navidad. Está hecha en Cine de tres dimensiones (aquél que requiere de los lentes para el efecto esteroscópico). Usa la tecnología de animación por captura de movimiento, ya usada por Zemeckis en dos películas anteriores de escasa calidad, El expreso polar (2004) y Beowulfo (2007). Pero quizás el mayor bemol de aventurarse a llevar al celuloide, o a los bits de imagen digital, la inmortal y conmovedora historia de Charles Dickens sea que la misma ya ha sido, adaptada más de 100 veces para la pantalla grande y para la pantalla chica: hay un Cuento de Navidad de los Muppets, Picapiedras, Mr. magoo, Mickey Mouse (con la notabilisímia actuación de Rico McPato como Scrooge), Barbie e incluso Plaza Sésamo. ¿Cómo ser original, o dar algo notable en medio de tantas y variopintas interpretaciones? Pues el secreto está en el acertado uso por parte de Zemeckis de la tecnología digital, en vez de intentar sorprendernos con esperpentos o monstruos que saltan desde la pantalla para devorarnos, al contrario, nos coloca a nosotros desde la perspectiva del narrador que en el inicio recorre las calles de Londres en la margen norte del Támesis, con una vista espectacular de la Torre de Londres y del puente de la Torre (incluso una vista anacrónica del puente de Southwark, inexistente en esa época), para sumergirse ocasionalmente en los recovecos de la pobreza, y su contraste con la opulencia, en esa dicotomía de clases tan marcada en la época Victoriana. O también las sobrecogedoras perspectivas de las navidades pasadas, donde prácticamente "volamos" acompañando al sobrecogido Scrooge. O el efecto de "casa voladora", donde en las navidades presentes, podemos dar una ojeada en las casas de los relativos del tacaño protagonista, pero sin dejar de verlo todo desde su perspectiva, o en la terrible escena de clímax, donde la lápida de Scrogge destaca en un sobrerrelieve, o la vista aterradora del foso de su tumba...


Zemeckis no explota de forma barata la tecnología, la usa para resaltar los elementos importantes de esta narrativa, y de qué manera lo logra.

Sumamente recomendable, una obra de arte del cine moderno, tecnología incluída.

(Originalmente publicado el 1 de enero de 2010)

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