Y aquí comienza el martirio, porque en la música existen varias octavas. Entonces si yo escribo un DO y luego otro DO no sabemos si son la misma nota, o están a ocho, dieciséis, veinticuatro, treintaidós notas de distancia....
Entonces necesitamos un esquema que nos permita saber quien está arriba y quién está abajo. Este esquema es el adoradísimo pentagrama:
El siguiente problema radica en que no todas las personas tienen la misma voz, algunos tendrán voces más graves, y algunas voces más agudas, entonces ese elusivo y saltarín Do no ´podría representarse en un solo tipo de pentagrama para todo el mundo. Recordemos que el problema es mayor aún cuando tenemos un instrumento tan grave como este:
Y otro tan agudo como este notable piccolo:
Entonces tenemos que asignar diferentes valores a las líneas y espacios del divino pentagrama. ¿Y cómo haremo tal cosa? Pues con las bellísimas y monísimas claves:
Ahora es posible ubicarnos, porque tenemos un sistema de referencia para escribir nuestras escalas. Sin embargo, puedo imaginarme la cara que están poniendo ahora, ya que creen que esto solo le concierne únicamente a los músicos, ¿cómo diantre vamos a aprender escalas cuando esta teoría es tan compleja? Bueno, toda complejidad tiene una regla, que al ser comprendida, elimina, por definición, la complejidad. Esta regla se basa en memorizar únicamente la nota representada en la línea del medio. Pero eso ya lo veremos en un próximo post, si aún les quedan ganas de saber algo más de este precioso lenguaje de la música.
(Publicado originalmente el 11 de diciembre de 2009)
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