sábado, 3 de abril de 2010

El regreso a Moscú





Malecon Katelnichesky

Volver al terruño que nunca has conocido, a la patria que nunca sentiste como tuya, al lugar del cual tus padres te contaron miles de historias, al sitio que tu mente de niño idealizó una y mil veces. Volver, pero que significa volver cuando no hay recuerdos, cuando debes confiar antes de saber a ciencia cierta si estás retornando. Esas eran las sensaciones que pasaban por mi mente cuando estaba en el vuelo que cubría el último tramo de nuestra travesía, es decir, Luxemburgo - Moscú.

El resultado de este choque cultural fueron dos años de aventuras y descubrimientos ininterrumpidos. La capital de la hermosa Madre Rusia es un lugar inmenso, inconmensurable, lleno de tantas y tantas atracciones, centros culturales, parques, monumentos, salas de conciertos... El aprendizaje también fue ilimitado, porque nada relacionado con el saber costaba caro, muchas veces te lo regalaban. Así fue como estudié dos años de colegio, el sexto grado y el primero de media, que fueron suficientes para despertar en mí una gran pasión por las ciencias, especialmente las exactas (diantre, ¿porqué estudié la medicina que es una combinación abigarrada de ciencias semi exactas, algunas como la clínica, francamente estocásticas?) En esta ciudad crié en mí una ética y valores sobre el trabajo y el capital, sobre el respeto a los demás y sobre todo, de como convertirte en una pieza que trabaje en conjunto con todos para el engrandecimiento de la sociedad.

Moscú también se transformó en una revolución en el entendimiento y la aceptación de los seres humanos. En pocas semanas pude conocer a personas de casi todos los continentes y razas. Todas personas muy educadas, con el anhelo de estudiar y hacerse de un oficio para regresar a sus países. No había ningún concepto del "inmigrante" como alguien parásito que intentaba aprovecharse del fisco o de la beneficencia de un determinado país. La patria socialista abría generosamente sus brazos a todas las naciones del planeta, y al hablar de generosidad, talvez seamos mezquinos con todo lo que el país de los Soviets le brindó a la humanidad.

He llegado a un punto clave en esta narrativa, he llegado a Moscú, Moskva, la tierra en donde nací, la tierra en donde volvía nacer, la tierra donde espero siempre, regresar...




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