jueves, 22 de abril de 2010

El galgo y el cerdo


MAnuel Bretón de los Herreros



Un poema que siempre ha sido de mi preferencia desde mis épocas de escolar, y que pude declamar hasta en Moscú, fue esta joyita de Manuel Bretón de los Herreros. De hecho fue el primer poema que memoricé por completo, por que admitámoslo, es muy gracioso y lleno de moralejas en cada una de sus estrofas.

El galgo y el cerdo

La sobriedad nos conviene
Y nos mata la pereza:

Esta fábula no reza,

Que es una lección de higiene.


Desde su hedionda pocilga

Cierto marrano archibruto

A un ligero galgo enjuto

Tales sandeces le endilga:


-Pobre animal baladí

Que estás hecho una silueta,

¿Eres dómine o poeta?

Lástima tengo de ti.


-Gracias, le responde el galgo,

Por tu amistoso interés;

Pero, tal como me ves,

Más puedo que tú y más valgo.


-¡Sí; cruzando valle y loma,

Y expuesto a más de un percance,

A una liebre das alcance

Para que otro se la coma!


-Cierto; mas de la victoria

La mejor parte reclamo:

El provecho doy al amo

Y me reservo la gloria.


- ¡Bah! ¿qué es la gloria? Humo vano.

Yo, a tales quimeras sordo,

Como, duermo y en paz engordo.

-Replica tosco el marrano.


-Por ventura ¿estoy yo hambriento?

El amo no me limita

La ración que necesita

Mi sobrio temperamento.


Conservo así la aptitud

Que pide mi noble oficio,

Y aire puro y ejercicio

Fortalecen mi salud.


Entre el hogar y la caza,

Así, bestia descreída,

Quince y más años de vida

Concede el cielo a mi raza.


Tú, cuyo sensorio embota,

Ya de suyo torpe y basto,

Entre inmundo cieno, el pasto

Del salvado y la bellota;


Tú, cuyo destino cierto,

Tras llevar tan feo nombre,

Es cebarte vivo el hombre

Para devorarte muerto;


Tú, cuya importancia es nula

Para tanto orgullo, ignoras

Que están contadas tus horas

Y es tu enemigo la gula.


Cumplido apenas un año,

Darás el postrer resuello,

Y tras de horrible degüello

Te sacarán el redaño;


Y de muerte tan funesta,

Sin duelo de tu agonía,

Será en esta casa día

De regodeo y de fiesta.


Ya preparan la sartén,

Ya hacen de tu carne trizas

Y con ella longanizas,

Que yo he de probar también...


Su filípica severa

Suspendió el galgo ladino,

Porque advirtió que el gorrino

Se durmió... como quien era.


El estúpido glotón

Que, sin más Dios que su panza,

Vive en vergonzosa holganza

Como el citado lechón,


Tema apresurar el día

En que le lleve al lucillo,

Si no acerado cuchillo,

Fulminante apoplejía.


Manuel Bretón de los Herreros fue un prolífico comediógrafo español, quien aún al estar inmerso en la época del romanticismo, se mantuvo fiel a las tradiciones de Moratín y algunas del constumbrismo. Sagaz observador del detalle y mordaz sátiro de las usanzas de su época, sus obras son también una sabrosa crónica de Iberia en aquellos años. El poema ahora lo uso para pasar un rato ameno con mis hijos, que me llenan de preguntas sobre cuando van a cocinar al chanchito.

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