domingo, 24 de enero de 2010

¿En qué momento se arregló el Perú?

He podido toparme hoy con una noticia en El Comercio digital, sobre un video de la agrupación Responsabildad Social: Todos, en el cual se plantea una variante de la sempiterna pregunta ¿en que momento se jodió el Perú? Ahora la interrogante sería ¿En qué momento se arregló el Perú?




Esta campaña es desde todo punto de vista sumamente loable. Por primera vez esta cuestión se aborda desde un ángulo optimista personal, vale la pena decir, no desde la perspectiva de que saldremos todos juntos o no saldremos de nuestra miseria, si no que cada uno salga, y si todos lo hacemos, todos saldremos. En nuestro país siempre la gente ha vivido en una especie de fatalismo colectivo, tanto para el bien como para el mal. La explicación está en la simplicidad de sumarse a una masa, en vez de tomar la resposabilidad individual.


No dejo de rendir homenaje a esta campaña, sin embargo, la misma me ha colocado un desafío para el mismo proyecto que ha dado título a este blog, consecuentemente, acelerando la publicación de las entradas que tenía planificado. Verán, el trabajo literario que me ha inspirado para convertirme en cineasta es la mejor novela peruana jamás escrita: Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa. De allí surge la trillada y aun valedera interrogante original. Pero el libro no intenta en realidad determinar el momento en que se jodió el Perú, si no el por qué. Desde sus perspectivas, vemos como Ambrosio y Santiago joden sus vidas al elegir las peores opciones posibles, por renegar del razonamiento frío y tranquilo, para dejarse llevar por el fatalismo y el derrotismo. La última frase de esa monumental novela es una oda al fatalismo.


El Perú va despertando de sus letargos, por lo tanto debo apurarme en realizar este largometraje, mientras aún saber cuando o porqué se jodió el Perú aun sea valedero.


Conversación en la Catedral

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2 comentarios:

Lizardo Cruzado dijo...

No pues, amigo Tony, el comercial está bien hecho y no deja de conmover su retórica pero es también bastante primario pensar que la culpa de nuestros problemas es de nuestra 'viveza'criolla cuando en realidad tal ha sido muchas veces una respuesta de adaptación y supervivencia. Fíjate en la cantidad de empresas privadas que auspician este bonito spot (la minera Yanacocha entre ellas), cuyo mensaje no es deleznable ni mucho menos, pero ahora apelando a la individualidad se pretende diluír responsabilidades sociales e históricas tremendas. ¿Significa que si respeto la cola y cedo el pase en el crucero peatonal el Perú se arregla? Desde luego que no, mejora alguito pero sigue siendo el Perú. Fijate en esa dicotomía tramposa: primero se menciona una realidad problemática estructural y luego se la pone en pie de comparación con una costumbre de urbanidad o buena vecindad. Ciertamente que debemos ser buenos ciudadanos y vecinos pero sin dejar de aspirar al cambio más allá de lo epidérmico. No creo que sea fatalista el aserto de la novela vargasllosiana sino una llamada de atención que debe seguir resonando y acicateándonos: mas bien es hasta frívola esta lectura posible del spot: 'no estamos jodidos, lo que pasa es que tú como individuo te pasas de vivo, ahora asume tu responsabilidad y déjate de vainas'.
Un gran abrazo.

Tony Chávez Uceda dijo...

El spot no pretende ser una panacea para nuestros problemas, mas bien intenta dar una perspectiva diferente a como solucionarlos. Los grandes problemas del Perú deben ser encarados por sus dirigentes, de eso no cabe duda. Pero el cambio individual de costumbres bárbaras debe ser responsabilidad de cada uno. Guardar normas de urbanidad ayuda mucho, amigo mío. Talvez no reduzca la pobreza o incremente el PBI, pero al menos da un sentido de satisfacción y confianza en la gente que te rodea.

Respecto a la novela "Conversación..." de hecho que no hace apología del fatalismo, la frase final la pronuncia un personaje, desde su infancia, resignado a la fatalidad. Por eso es que nunca lucha por la mujer que amó, nunca hace suya a la mujer que deseó, nunca se subleva ante los abusos, y al final acaba sodomizado con un litro de wisky y dos capsulas de yohimbina en un departamento de Ancón. Vargas Llosa nos coloca dos personajes fascinantes, con todas las herramientas para triunfar en la vida, que deciden joderse, y al final echarle la culpa a otros, incluso al mismo destino.

Zavalita se pregunta a toda hora ¿en qué momento? Muchas veces se responde, allí, allí, pero si examinamos bien, a cada instante el puede rehacer su vida. Incluso cuando sale ebrio de la catedral y llega a su casa, aun tiene planes para rehacer su vida. Solo que nunca los ejecuta.
En eso reside mi fascinación con esta obra amigo, ¿o no te suena familiar esta historia, con algún conocido, o con alguna referencia? El fracaso de Zavalita incluso es universal, porque en cualquier lugar del mundo, uno debe hacerse responsable de sus fracasos, y sacar su vida adelante.