miércoles, 23 de junio de 2010
Kathie y el hipopótamo.
El estudio de un personaje llega a ser un elemento crucial para el director que desea plasmar toda una gama de cambios en la pantalla. Su ropa, su porte, sus actos, su peinado son señales visuales que deben evolucionar. Pero surge la pregunta en un personaje como Zavalita, ¿dónde acabaste, dónde estás, qué haces ahora por la vida? El final de "Conversación en la Catedral" está sobrecargado de un épico patetismo y fatalismo. Durante mucho tiempo me pregunté ¿qué habría sido de él, de aquél que se formuló la interrogante que sigue tan vigente cuarenta años después de ser formulada? ¿Retomaría sus estudios de derecho en San Marcos? ¿Progresaría en el mundo del periodismo? ¿Se animaría en convertirse en un burgúes como su padre? De muchas maneras, pensaba yo, había que introducir algún elemento esperanzador para el destino de este singular personaje, sin malograr la intención de su genial autor para mostrarlo como el modelo de mediocridad, de rendición sin causa.
Pero llega a mis manos este drama "Kathie y el hipopótamo", donde reaparece Santiago Zavala, con varios años a cuestas, sigue siendo un periodista de tercera categoría, aunque se infiere que en algo ha mejorado su condición económica, ya que está dando clases de literatura en una universidad (muy probablemente privada, porque dudo que en esa época admitiesen a catedráticos sin título a una universidad nacional). Pero lo fascinante de este drama es el nivel de frustración personal de Zavalita con su familia, el nivel de distanciamiento con su esposa e hijas.
Ay Zavalita, sigues jodido, te conseguiste una querida, como los amigotes de tu padre, pero tu ánimo sentimentalón intentó elevarla por encima de lo que ella era. Por eso te choteó. Tu mujer ahora te vé como una falla en todo, hasta en la cama. Tu patrona te ve como una curiosidad, y solo parece envidiar algunos de los paradigmas de tu vida. Quisiste joderte y te jodiste bien. Al final tuviste tus hijas, luego que Anita se sometió a un aborto, pensando que valía la pena intentar conservar su carrera, y no obligarte a nada. ¿Qué razonamiento hiciste sobre la sabiduría de las mujeres en estas cosas? Será talvez por eso que la desprecias ahora de esta manera.
Debido a ello que Zavalita es un personaje tan extraordinario, tan difícil de retratar, tan complicado de llevar a la pantalla. ¿Cómo luchar con las decepciones de quienes se identifiquen con él en el filme? ¿Será que al final me encaren, con justa razón, sus 10 o 15 soles para verse autoexaminados, retratados, partícipes de una historia patética?
Enlaces relacionados
Santiago Zavala: Rechazo a la expectativas familiares por Cintia Espinoza
Me encantan las pantallas simultáneas. Aronofsky y una edición inesperada.
Adoro los escenarios continuos - Ava Adore de Smashing Pumpkins
TRES AMIGOS
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario