jueves, 29 de julio de 2010

Mozart, concierto para piano No 19 en Fa Mayor

Piano Mozartiano


No hay mayor placer para un músico que concretar un sueño de niñez o tierna juventud, en especial, aquel que implica interpretar una obra musical que te ha tocado de manera especial. En un post ulterior comentaré al respecto del sublime momento en que pude escuchar una grabación en cassette de esta joya, pero ahora solo puedo afirmar que es una de las composiciones más maravillosas que he tenido la suerte de oír. Mozart no solo derrocha un genio sin par, si no un sentido de la economía inmensurable. Vale la pena asegurar que es uno de los conciertos para piano más sencillos de Don Amadeus, pero a la vez, el todo es mil veces superior a la suma de cada parte. Ese grandioso intervalo de quinta al comienzo (Fa-Do) es brillante como un sol, deja una impresión duradera, y ese intervalo se va a repetir durante todo el primer movimiento, dándole un fulgor y calidez memorables. Como en todos sus conciertos, los diálogos del solista con la sección de vientos son fundamentales, pero en éste en particular, la parte en que el piano ejecuta esos tresillos, matizados por el sonido de flautas y oboes (ah, escuchar el oboe es como tener pequeñas lenguas de fuego jugueteando entre tus manos) marcando la fundamental de cada arpeggio, son momentos espectaculares. Luego viene ese arrullador y sereno Allegreto, donde el tema es matizado por un grupeto casi romántico, cuyos ecos resuenan a lo largo de este solazador movimiento, no solo en las voces de la mano derecha o izquierda, si no también en los vientos, quienes para no quedarse atrás, replican con unas dulcísimas escalas, que crecen como una banda envolvente y apaciaguadora de cualquier inquietud que nos pueda acometer en ese instante. El grupeto sigue haciendo eco, con la flauta y el oboe siguiendo sus pasos, y derrepente el fagot dialoga con el bajo en las mismas escalas... Diantre, es todo tan sencillo y a la vez tan maravilloso, no creo que haya una obra con elementos tan simples y a la vez, tan genialmente engranados. Como remate, citaré a a Cuthbert Girdlestone, quien se refiere al tercer movimiento como "uno de los movimientos más marvillosos de Mozart - el equilibrio entre el sentir ligero de las melodías y la complejidad formal de los motivos y el contrapunto es simplemente pasmoso". Pero si es una verdadera sinfonía de de escalas, motivos, melodías octavadas en pedal a ser ejecutadas con bravura y virtuosismo sin par, y el rondo que reitera el tema de forma graciosa, bella, burlona por momentos.


Es por esto amigos míos, que luego de charlar con mi querido y estimado amigo Francis Alarcón (director de orquesta), me he decidido a ejecutar esta obra tan cercana a mi corazón, y su estudio será para mí recorrer con los dedos aquello que durante tantos años ha estado recorriendo los placenteros senderos de mi sistema límbico. Ya veremos si algún día podré estrenar esta joya mozartiana, y compartirla con ustedes.


Mozart, concierto para piano 19 en Fa Mayor, K 459, interpretado por Maurizio Pollini, con la dirección de Karl Bohm


6 comentarios:

Karen M. dijo...

Tony,

He estado leyéndote últimamente pero ya no tengo la continuidad de siempre con los blogs; me alegra pasar por aquí una vez más y dejarte algunas palabras. He leído antentamente la entrada y aunque no entiendo mucho de la teoría musical de Mozart y vaya que lo he escuchado muchas veces, he sentido como sientes (disculpa la redundancia) la música, parece que fueses a explotar; eso sucede cuando nos enfrentamos a algo que queremos tanto, o como citaste palabras arriba, concretar el sueño de niñez o eterna juventud. Así ando yo ahora, tomándome o tratando de tomarme en serio la escritura y dedicándole más tiempo del que solía, bueno, no mucho, más a las lecturas, pero no quiero soltar las letras ahora que las siento tan cercanas.

Ahora leía el "Lobo Estepario" de Hesse, y ´hay una escena en el que Heller sueña con Goethe y le reclama el optimismo que se empeña en presentar a la vida; y entonces el cita una melodía de Mozart, llamada "La flauta encantada" y le dice que si el odia ese optimismo entonces la melodía, que representa a la vida como un canto delicioso, le debe desagradar; basta decir que Heller se irrita aún más. Pero bueno, ya sabemos que Mozart murió pobre y su vida no fue como esa melodía; sin embargo, Tony, eso es lo precioso del arte, de la música, de la pintura, de la literatura, podemos desdoblarnos alguna vez y representar lo que quisieramos, aún cuando dentro de ello siempre haya una parte de nosotros.

Bueno, seguiré pasando siempre y espero saber más de ti.

Un abrazo fuerte.

K-M-

sin pepas dijo...

no ibas a ser cineasta?

Tony Chávez Uceda dijo...

El concierto que menciono en la entrada es uno de los que escucho casi todos los días durante unos 23 años. Como me he dedicado de una forma amadora a la música, puedo describir algunos aspectos de esta obra, que me fascinan en extremo, sobre todo, su simpleza tan efectiva. La música de Mozart es bien alegre y entretenida, porque su creador tenía el marketing 100% en la mente, casi todas sus obras eran para la venta. El se mató trabajando para poder independizarse de la humillación y capricho por parte de los mecenas o patronos.

Ahora solo me resta poder comprar otro piano decente para poder retomar mis ensayos, tanto tiempo postergados.

Besos y abrazos.

Tony

Irredento Urbanita dijo...

El piano es y será para mí una utopía en mis manos, nunca aprenderé a tocarlo, lo digo con hidalguía. Oírlo es despegar del suelo.

Saludos Tony

Valery

[Barcelona Daily Photo]

Alfredo (HBT) dijo...

Huy comparito, y esperas tocarlo en Trujillo, no me pierdo la función ni de vainas

Tony Chávez Uceda dijo...

Claro Alfredin, te mando un mensaje a tu cell apenas llegue al querido Trujillo.