martes, 22 de marzo de 2011

La semana "A"


Esta semana se ha denominado la semana "A", y en las diferentes redes sociales en todo el mundo, nosotros, los ateos, debemos manifestar de forma pacífica y respetuosa, nuestros puntos de vista, y las maneras en que hemos llegado a la conclusión de que no existe un dios o un conjunto de dioses. Por esta razón durante estos siete días voy a publicar en esta bitácora una serie de entradas en las que expondré mis propias experiencias y conclusiones, al respecto de este tema.

He comenzado por darme una vuelta por diferentes bitácoras y publicaciones en la internet, para darme cuenta la enorme respuesta anti semana A que se ha generado por parte de, estimo yo, un enorme número de creyentes, en su gran mayoría, cristianos. Tal parece que el simple hecho de manifestar la convicción “dios no existe” es un insulto hiriente y recalcitrante para millones de seres adoctrinados en alguna creencia.

Pero realmente, el ateísmo no es una convicción, no es un adoctrinamiento ni un acto de fe. El ateísmo es una opción que surge de cuestionar la validez de realizar rituales de diversa índole, con la esperanza de que esto alguna vez tenga efecto en nuestras vidas. El ateísmo es una conclusión, el resultado de razonar basado en hechos, de hecho, es un paso más hacia la madurez de la humanidad.

Tampoco se implica despreciar a quien cree en un dios. Sería optar la postura de los que desprecian a quien no comparte sus ideas. El creyente muchas veces logra ser feliz en su creencia y si esto es positivo, no tiene nada de objetable. No, el ateo no objeta las creencias del teísta, puede objetar, y con todo derecho, algunas acciones que llevan desde la exclusión social y el escarnio gratuito, hasta el homicidio o mutilación genital. Todos los ateos rechazamos que alguien, por cualquier motivo, se sienta superior a otro ser humano, más aún si la razón de esa superioridad es el practicar las usanzas de tal o cual secta o culto religioso.

Finalmente, soy de la firme convicción que el ser humano tiene una natural tendencia al bien, sea cual sea su etnia o marco cultural. La maldad siempre es aprendida, directa o indirectamente, sea por daño u omisión. Debemos formar nuestra propia ética y moral, con plena consciencia de nuestras acciones, eso le dará el toque genuino y sobre todo, permanente a toda la bondad que podemos dar a otros seres humanos.

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