viernes, 4 de enero de 2013

Amalita regresa


Hospital Loayza, años 50.

Hace unos cuantos meses tuve la gran dicha de participar en un concurso literario con la gran oportunidad de conocer al grandioso don Mario Vargas Llosa. A pesar de no haber ganado, quiero compartir con ustedes, dignos lectores de estas líneas virtuales, el contenido de mi texto, 200 palabras que expresan lo que pasó con uno de los personajes de ese gran monumento de la literatura peruana...


“Está frente a mí, dice que es mi tío, mi tío Ludovico. Tal vez deba creerle porque lo ha traído mi tío Hilario Morales, aunque es posible que entre ellos no haya mucho parentesco o amor.  Mi mami Lupe parece haberse deshecho en lágrimas la noche anterior. Te vas a Lima, me dice, es importante, no me dice por qué. Y comienza un largo viaje, un viaje que jamás habría podido imaginar, con bochornos insoportables hasta Tingo María, con frío y soroche hasta Huánuco, de allí hasta Huancayo. Al llegar el tren a la estación de Desamparados me da la impresión de haber hecho este viaje hace mucho tiempo, casi como en otra vida, en dirección opuesta. Lima, con sus edificios que se agazapan vertiginosamente sobre mi cabeza. Los micros pasan repletos por Alfonso Ugarte. Con el tío Ludovico bajamos frente a un hospital lóbrego y gris. Una monjita de dulce aspecto nos conduce a un pabellón, y allí está, finalmente, demacrado, tan emaciado, tan dolido y sufriente, sus negros ojos son un espejo de mis ojos, su negra piel parece pegada a los huesos…”

-  -         Amalita, Amalita Hortensia –dice a duras penas Ambrosio, por unos momentos ya no se siente tan jodido.


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