Me he estado preguntando que se podría hacer por estos compatriotas coproencefalicos (con cerebro hecho de mierda) que han vertido comentarios discriminatorios, racistas, antiperuanos contra aquellos que hemos votado por Humala. Ellos no tienen la culpa de excretar sobre gran parte de la patria, y lanzar flores al iluso mundo donde viven, mundo que ostenta solo personas de piel blanca y ojos claros. Ellos desde niños fueron inculcados en la inferioridad del cholo, en la animalidad del negro, en la brutalidad del indio, en la limitación del rasgado, y también fueron educados en la superioridad del blanco, en la belleza del cabello rubio, en la melodía tierna del idioma anglosajón, o de cualquier idioma extranjero. Ellos aprendieron de su entorno a maldecir a su patria, a no quererla, a aceptarla inferior a cualquier nación del mundo.
Ellos son los que ser ríen cuando alguien canta el himno, los que sueltan arcadas cuando suena un huayno, elaboran ruidos de mono cuando ven a un negro (o dicen chistes afrénicos como "los negros solo piensan hasta medio dia"), inflan el pecho cuando sienten la superioridad con las provincias, esas provincias de la que proviene su misma sangre.
Y lo triste es que ingentes cantidades de estos compatriotas han nacido, o se han afincado en la capital (conozco algunos cuyo primer llanto fue en una ciudad del interior, pero ahora dicen "nosotros los limeños"). El tener la chance de vivir en un lugar tan cosmopolita como Lima, no ha ampliado su cultura, no ha ensanchado sus horizontes, no ha sublimado su carácter. No.
Ahora comprendo como surgen ritmos como la chicha, que no es más que un huayno estilizado con ritmos caribeños, y que nuestros compatriotas de la sierra tenían que bailar, ya que bailar su propio huayno hubiera sido como una sentencia de muerte en la Lima de aquellos años. Ahora comprendo porque tuvo que seguir una historia similar a la del Hare Krishna, que solo triunfó en la India cuando llegaron blanquitos gringos dando saltos, aquí fueron blanquitos argentinos. Ahora comprendo porqué solo el siglo XXI trajo otras etnias para comerciales, o para galanes de telenovela. Antes todos los modelos y estrellas de la pantalla chica eran caucásicos, o pretendían serlo.
Ese parece ser el problema, que solo en el siglo 21 nos dimos cuenta del color de nuestra piel, de lo aguileña de nuestras narices, de lo oscuro de nuestros cabellos y nuestros ojos. Todos esos largos años hicimos eco de aquellos hidalgos, que tenían cara de huaco chimu y tez más clara por su mestizaje, pero que se creían hijos de la colonia de España, los realistas, así los designan nuestros libros de historia. Esos que a pesar de haber nacido aquí nunca se consideraron peruanos. Esos que muchas veces tienen la desfachatez de intentar seguir su linaje a una familia ibérica, y colocar el escudo de armas de su familia, sin enterarse que muchos indios fueron bautizados y cristianizados, recibiendo también los apellidos de sus padrinos. Ese es el legado, la posta que dejaron para generaciones postreras, la de no sentir que esta tierra es su tierra.
Por eso los vemos propensos a huir, cuando ese lugar que llaman patria, no se ajusta a sus preconceptos e ideales. Por eso los vemos escupir al suelo que los vio nacer, por eso pregonan que el peruano vale poco ante cualquier extranjero, o que la felicidad es un fenómeno automático al entrar en la zona de salidas internacionales del aeropuerto Jorge Chávez.
A pesar de esta torpe filípica que he redactado, debo reconocer que yo quiero mucho a estos compatriotas, por el honor que tengo de compartir con ellos la nacionalidad peruana. Ellos son víctimas de un complejo legado, que se ha ido amasando paulatinamente en el tiempo. ¿Qué hacer con ellos? Pues la respuesta es simple, ofrecerles la información, o al menos, inspirarles a que conozcan más su patria. Vean lo inmenso y grande que es nuestro territorio, que posee maravillas que van más allá que Macchu Picchu, o el cañón del Colca. Vean el rostro de sus compatriotas en otros lugares, conozcan de verdad la historia antigua y reciente de aquellas tierras que admiran con fervor, o al menos, renocozcan que allí viven personas como nosotros, que no so excelsos ni divinos.
Regocíjense de hablar una lengua tan preciosa como el castellano, que tiene mil veces más alma y sentimiento que el inglés. Pónganse en contacto con el Quechua, esa lengua que no conozco bien, pero que tiene una de las palabras más bellas que he escuchado en todos mis periplos por nuestro planeta: MUNAY. En fin, solo se puede amar aquello que se ha visto, y creo que si ven alguito más de este magnífico país, habrán sembrado en sus corazones uno de los sentimientos más grandiosos del ser humano, el amor por la patria.
4 comentarios:
Despreciar lo propio y acomplejarse, por sentimiento de inferioridad –que suele ser fruto de la incultura– no conduce más que al hundimiento moral. En cambio, apreciar lo que se tiene, sin llegar tampoco a la febril sensación de superioridad, lleva al crecimiento intelectual y social. No hay nada mejor ni peor, sino diferente. El Perú tiene motivos para enorgullecerse, y desde fuera hay quien lo ve así:
http://tigrepelvar3.wordpress.com/2008/07/29/101-razones-que-enorgullecen-a-un-danes-del-peru/
Esa fue una campaña que sorprendió a muchos en el Perú, y también nos hizo ver que somos admirados no solo por Macchu Picchu o las líneas de Nazca. No te imaginas amigo José Manuel las terribles barbaridades que se publicaron en las redes sociales luego de las elecciones. Abominables realmente.
vistessss miope? tu que pensastesss que no tenias nada en comun conmigo (y viceversa) aparte de la aficion al blog de lizardo: votamos por el mismo candidato
uffff! todo lo que tengo que hacer por culpa del lizardo que no hay cuando vuelva a escribir! hasta a tu blog ya estoy entrando! ah no, no lo volvere a hacer!!! asi es que ya puedes bloquearme para expelerme como un erupto maloliente de tu cena de frejoles si es que la tentacion se me presenta de nuevo!
sin pepas
Como verás, estas elecciones han sacado lo peor de nosotros los Peruanos, y eso te debe servir de consuelo, de no ser el único en tu especie. Pero al menos la patria nos necesita con nuestras virtudes y con la voluntad de superar nuestros defectos.
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