lunes, 19 de julio de 2010

ZX Spectrum de Sinclair.


Con este nombre críptico da comienzo esta entrada sobre el momento en que tuve la gran oportunidad de iniciarme en el mundo de la informática. Luego de esas largas tardes de compartir los brillantes principios de la matemática con mi padre, me vino a la memoria esa calculadora maravillosa Hewlett Packard con la que él pasaba las tardes frente a sus planos de Sider Peru, y luego de conversar sobre el tema, me dijo si no me gustaría darme una vuelta por el MEI (Instituto Energético de Moscú) para ver el laboratorio de informática en donde él estaba haciendo su maestría. Le dije que sería grandioso, y así nos enrumbamos para dicho lugar. Mi memoria me trae imágenes de un local amplio, con ecranes antiguos que parecían prolonganciones de las mesas, cables por doquier, y sobre todo, personas sumamente concentradas en lo que estaban haciendo, como si formase parte de ese complejo y aparatoso sistema nervioso artificial y electrónico. Me llamó la atención, un par de jóvenes, no deberían tener más de 20 años, frente a un monitor con una especie de relojes, mi padre me explicó, que estaban diseñando un juego de simulación de vuelo. Luego me llevó a su estación de trabajo donde me explicó lo que era un programa de computadora, una serie de instrucciones lógicas en secuencia para que el ordenador ejecutara, básicamente, operaciones matemáticas. Encontré estas nuevas nociones difíciles de manejar, pero me gustaba la idea de un instrumento que pudiera calcular diferentes valores a diferencia de una simple calculadora.

Ese gusto progresivo motivó a que mi padre, en uno de sus viajes a Berlín Occidental, comprara la primera computadora que tuvimos en casa, una Sinclair Zx Spectrum. Este era un instrumento fascinante, simple, de diseño elegante y compacto, se podía conectar con la tele por un simple cable RCA y tenía salida de audio. Para cargar los programas, se debía conectar a esta computadora a una simple grabadora mono y era un bizarro espectáculo el contemplar cómo cargaba el software (ver este video) Y los juegos, la Spectrum no dejaba de tener un constante flujo de "proveedores" de juegos, ya que eran muy fáciles de piratear, solo debías tener esos grabadores SHARP de dos cassettes.

Este ordenador tenía otra característica escencial, en él se podía escribir programas, es decir, software. Es posible apreciar que sus teclas ya venían marcadas con los comandos del BASIC, y facilitaba su uso en estos menesteres. Así las secuencias de lógica y órdenes me fueron conquistando, fundamentalmente porque la solución de problemas matemáticos adquiría una herramienta poderosa, que podía graficar funciones y sistemas de ecuaciones de dos variables. Es curioso que uno de las motivaciones que tuve para proseguir con el estudio del inglés fue el comprender las órdenes y comandos de este lenguaje de programación, porque este computador se volvió un compañero infaltable en mis tardes moscovitas, cuando conectado al televisor veía las curvas de la sinusoide, la tangente, la hipérbola, la parábola (función cuadrática) aparecer en un fondo color azul (podías colocar el fondo que te apeteciera). Cuando pasó de moda, y llegaron los ordenadores IMB 286 con esos disquetes de 5 pulgadas se diversificaron las posibilidades, pero fue quedando atrás esos tiempos en los que soñaba que podía crear programas para graficar todos los tipos de funciones matemáticas posibles.

El recuerdo de mi querida computadora se auna al del amor por los números y las secuencias lógicas. Aun era ingenuo al pensar que el mundo podía funcionar así...

3 comentarios:

Lizardo Cruzado dijo...

'Alucinante', Tony. Pensar que han pasado poco más de dos décadas, imagínate. Qué bien describes el contacto con esa especie de magia...
Un abrazo.

Tony Chávez Uceda dijo...

Gracias amigo, esos eran tiempos llenos de abstracción mental intensa, tal vez por eso se han impregnado en mi memoria de esta manera. Espero verte por Lima después de fiestas patrias, ya veremos, saludos.

Lizardo Cruzado dijo...

No podría ser de otra manera, Tony, tenemos que juntar en Quilca nuestros pasos, dalo por hecho. Un abrazo.