jueves, 18 de noviembre de 2010

Stalingrado







La heroica, la grande, la némesis de Hitler y el túmulo de millares de vidas. Esta ciudad que en su momento fundió tractores y tanques, y luego hizo picadillo a decenas de miles de soldados, está sembrada de heroísmo y sacrificio sin par. A esta singular ciudad llegué de la manera más anecdótica posible, fui un courier de vesturario. Me explico, resulta que los estudiantes peruanos y otros hermanos latinoamericanos estaban celebrando una semana de actuaciones en la facultad de medicina de Volgogrado (así se llama hoy en día Stalingrado) y faltaba el vestuario para la el bayle de Huaylas, a pesar de que varios peruanos y peruanas de esa ciudad eran ya buenos bailarines de dicho ritmo faltaban las vestes correspondientes. Entonces me ofrecí a llevar el vestuario, y se organizó mi viaje para dicha ciudad, hacia donde partí desde el Aeropuerto de Domodédovo, al sur de Moscú.

Volgogrado es una ciudad impresionante por la cantidad de monumentos y placas recordatorias que ostenta, cada cuadra. Cada callejón de esta comarca es testigo de fieras batallas y de actos de heroísmo sin par, así como de crueldad sangrienta. Este lugar fue un verdadero molino de carne humana, y si bien la victoria perteneció a las huestes del ejército rojo, ellos tuvieron que pagar un altísimo precio por vencer y aniquilar a todo un ejército alemán, algo que ningún otro país pudo lograr por si solo en toda las segunda guerra mundial.

Uno de los puntos clave de la ciudad es la "Casa de Pávlov", un simple edificio de apartamentos que fue defendido con valentía, tenacidad y mucha destreza por un pelotón de soldados soviéticos, quienes inflingieron enormes bajas en los hitlerianos. Situada frente a la plaza 9 de Enero, este lugar poseía ventajas estratégicas especiales, que permitieron resistir los embates alemanes durante dos meses.
También está el sobrecogedor Túmulo de Mamai, que es la colina más alta de la ciudad y el punto estratégico más importante, obviamente, de esa encarnizada batalla. Este emplazamiento cambió de manos al menos 13 veces, y esas escaramuzas marcan el sitio más sangriento de toda la segunda guerra mundial. La historia es testigo de que la colina estaba tan quemada, destrozada y regada en sangre, que durante más de 6 meses no creció en ella hierba alguna. Incluso el día de hoy, si uno escarba un poco, puede encontrar frangmentos de metralla, metal o huesos humanos.

Actualmente el Túmulo de Mamai es un gigantesco complejo arquitectónico, en donde destaca el monumento "La madre patria nos llama", una colosal escultura de cemento de 105 metros de altura, y que representa a una mujer aguerrida, que sostiene una espada de acero y llama a la batalla.


El Túmulo de Mamai

Otro sitio digno de verse es el Bulevar de los Héroes, que es un bonito conjunto escultural con bustos de los más distinguidos combatientes de la batalla de Stalingrado y que tiene una hermosa vista sobre el rio Volga.

Pero en mi corta estadía en esta ciudad derrepente se me ocurrió poner a prueba ese mito/embuste de que en nuestros cuerpos llevamos dentro un "alma". En todas las latitudes se cree que esta "alma" puede interactuar con los vivos por medio de fantasmas y espectros, especialmente si dicha "alma" ha abandonado el cuerpo de forma violenta o catastrófica. Y derrepente me encuentro en una de las ciudades más indicadas para tal experimento. Cada calle de Volgogrado está regada por centenas de litros de sangre derramada en esa cruenta batalla, cada esquina ha sido testigo del destazamiento encarnizado de decenas de cuerpos. Con certeza que este lugar debería estar poblado por espectros, fantasmas, apariciones, seres de ultratumba. Por eso salí a las 5 de la tarde a darme un paseo por esta bella ciudad, y esperar el atardecer y la puesta del sol, que según muchos es el momento ideal para ver estas apariciones. Nada, en la Avenida 9 de Enero nada, frente a la casa de Pavlov, nada, en la colina y Túmulo de Mamai, nada. El sol prácticamente se oculta tras el Volga, y nada, no hay fantasmas en Volgogrado.

Tranquilo, y sonriente, me sentí feliz, otra señal más que el alma no existe...

2 comentarios:

José Manuel Brea dijo...

No puedes disimular tu fascinación por el gran país eslavo, querido Tony. Y aunque también me alcanza, se me derrumba el mito… ¿No existe el alma rusa?

Tony Chávez Uceda dijo...

Rusia me ha dado tantas cosas querido amigo, incluyendo las permanentes proteinas base de las estructuras de mis neuronas, que no es poca cosa para este servidor. Sobre el alma, yo prefiero la definicion Platonica, "El alma es la percepcion sentimental del pensamiento".