Cuando yo era niño, mi padre no colgó en las paredes de mi cuarto batmánes ni supermánes, colgó la foto de Faraday, Newton y Ohm. De esta manera mis primeros super héroes fueron hombres de la ciencia.
Cuando yo era niño, mi padre me regalaba tres libros por cada juguete.
Cuando yo era niño, mi padre premiaba mis buenas notas con un almuerzo en el casino español de Chimbote, donde milagrosamente mi apetito mejoraba.
Cuando yo era niño, una vez mi padre me mostró un sobre lleno de billetes de 1000 soles, y me dijo "hijo, este es el producto del TRABAJO del hombre".
Cuando yo era niño, mi padre me enseñó las notas de la escala de do, aunque mucho tiempo creí que las notas tenían colores, luego me llevé el chasco al verlas todas de luto en los pentagramas.
Cuando dejaba de ser niño, mi padre me enseñó el portentoso lenguaje de las matemáticas, lenguaje que nunca debí intercambiar por el de los helenismos y latinazgos de la medicina.
Cuando yo tenía 12 años mi padre me regaló un libro llamado "¿Qué es la plusvalía?" donde aprendí a conocer las entrañas putrefactas del capitalismo.
Toda mi vida mi padre repetía la frase "La matemática no cree en adivinos", y luego me topé con gente que cree más en los adivinos que en los médicos.
Al resolver el 98% de las preguntas de matemática de mi examen de ingreso, logré con las enseñanzas de mi padre, entrar a la faculta de medicina.
Yo solo espero que algún día, mis hijos tengan algo bueno que decir de mí.
4 comentarios:
Que tal panzaza, miope.
De hijos de buen padre, puede esperarse padres de buenos hijos. Sabemos que no siempre es así, querido Tony, pero confiamos en ello.
La panza del padre la hereda muchas veces el hijo, asi como la calva, y felizmente en mi caso, la mente matemática y música.
Claro estimado José Manuel, es algo probable, pero cada uno tiene que volverlo cierto en su propia familia, un gran saludo por este bello día.
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