sábado, 26 de febrero de 2011

No más frases célebres del cine.

Hazme el día, vago
Da la impresión que la cultura americana enfrenta una pequeña crisis. Como todos sabemos, gran parte de dicha cultura proviene del cine, es decir, es ficticia. El mismo idioma inglés muestra una gran dinámica al incorporar nuevas expresiones salidas de bocas de celuloide. Un típico ejemplo es "My way or the highway" (a mi modo o a la pista) de la película "The Matrix" (1999), o también "Make my day" (házme el día) de "Harry el sucio" (1983). Sin embargo ahora parece no haber guionistas tan inteligentes como Tarantino, los Wachowski, Harry Fink, Roger Spottiswoode o el gran Walter Hill. Ahora los "remakes", comedias torpes, y adaptaciones de comics le han restado energía creativa al séptimo arte, llevándolo a una fase estática y monótona, con tintes de droga opiácea. El autor del artículo parece notar no una falta de talento u originalidad de los guionistas actuales, si no más bien una tendencia a la pobreza mental y a la falta de criterio por parte de los cinéfilos de estos tiempos, que parecen contentarse con demi-frases sueltas, que fuera de contexto expresan al menos que la interacción de dos neuronas. Tomemos por ejemplo esta línea de "Casablanca" (1942): "Este puede ser el inicio de una buena amistad" y comparémosla con "¡Machete no textea!" de la escatológica y visceral "Machete" (2010) escrita por Robert Rodríguez. Los personajes actuales ostentan más brutalidad y saña, exuberancia física y sexual, que ingenio o humor agudo. Mención aparte merecería Woody Allen, quien entre tantas geniales frases humorísticas, tiene esta joyita de "Poderosa Afrodita" (1995), cuando Yocasta dice de Edipo "Odiaría saber lo que le diría a mi hijo en Harlem" (motherfucker). Una franca decepción en el departamento de diálogo viene a ser "La red Social" (2010), escrita por el eficiente Aaron Sorkin, y resulta incomprensible como en un sitio como Facebook donde se intercambian Tera toneladas de palabrerías, no podría salir alguna línea memorable.
En conclusión, talvez sí hayan frases celebrables en el cine contemporáneo, que reflejan la vacuidad y la superficialidad de la sociedad moderna, lo triste es que al ser vacuas y superfluas, estas frases serán perfectamente olvidables, así como las películas que las encarnan. Si bien el cine es un arte 99% visual, de todas maneras se extrañan momentos como aquellos en los que Arnold decía "Yo como boinas verdes en el desayuno" o cuando la dulce Meg Ryan finje un orgasmo en un restaurante y una comensal, señalando su plato, dice "Yo ordenaré lo mismo que ella".



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