domingo, 28 de agosto de 2011

El fin de la Unión Soviética.


Se habrán podido dar cuenta los escasos y fieles lectores de estas páginas digitales que mi producción ha sufrido mucho cuantitativamente en los últimos meses. Esto se debe a que prácticamente se me han ido terminando los recuerdos de mis años dorados en la capital de los Soviets (Consejos). Llega entonces un periodo determinante en mi vida, la adolescencia tardía en donde se supone que uno debe encontrar su verdadera vocación, para poder elegir el oficio con el que se ganará la vida. Este periodo vital y de enorme importancia estuvo surcado por hechos dramáticos que iré revelando progresivamente. Pero ningún hecho tendrá mayor importancia que el fin de la tierra que me vio nacer, el fin de la Unión Soviética.

Para ese momento yo ya me encontraba en Angola, pero viví esos fascinantes años donde entraba en su madurez las brillantes políticas de Mijail Gorbachóv para acercar la élite del partido a las necesidades del pueblo, y eso produjo un efecto de implosión que nada tendría que envidiarle a la tragedia de Chernobyl.

Mucho se podría debatir sobre las causas y consecuencias de tan histórico hecho, y creo que al ser este un lugar que debe ser absolutamente tangencial en lo que política se refiere, debo solo comentar aquellas consecuencias relacionadas con el que les escribe estas líneas. La más importante de ellas fue la renuncia definitiva a mi vocación físico-matemática, creyendo erróneamente que el único lugar digno de ser llamado Alma Mater para estudiar Física Teórica era la Universidad Estatal de Moscú.

Durante el inicio de los años noventa se desintegraron poco a poco mis sueños y anhelos, también lo mucho en que creía en la humanidad y el ser humano. Me vi en la encrucijada, a punto de entrar en mi último año de escuela secundaria, dejé de prestar oído a mis gustos y mis habilidades, me dejé sumergir en la vorágine del prejuicio que todos los peruanos tenemos cuando calificamos de bueno o mediocre algún oficio. Decidí que debía continuar estudiando en una universidad de la única patria que me quedaba, el Perú.

Patria, patria, en aquellos tiempos aun ardía en mi ser estos sentimientos pueriles e incosecuentes. Entre las bofetadas que recibí al decidir amar a esa patria llamada Perú puedo enumerar los siguientes.

a) Sentir risas burlonas de un par de trabajadorcitas de EsSALUD mientras me veían cantar el himno nacional.

b) Encuesta en el diario el Comercio "¿Se siente orgulloso de ser peruano? 95 % dice Si ¿Se iría del país definitivamente? 85% dice que sí".

c) 40% de los nombres de los negocios en mi patria están en un idioma foráneo, sobre todo el inglés.

Dejó de interesarme simplemente lo que sucedía desde las fronteras orientales de Polonia hasta Kamchatka. Las 15 ex repúblicas fueron fuente de noticias trágicas, deprimentes. La libertad y la propiedad privada trajeron debacles de proporciones gigantescas, lideradas por ese nefasto personaje llamado Boris Yeltsin...

Durante largos años fue un trauma para mí, fue algo tan difícil de superar, pero ahora gracias a una serie de documentales de la cadena Russia Today me he podido ir enterando de qué pasó con toda esa gente a quien consideraba mis compatriotas. La historia de las 15 ex repúblicas soviéticas es patética y trágica, pero también tiene muchos ejemplos de emprendimiento y entusiasmo. Ya no considero a Rusia mi patria, solo la considero un país querido, un país que me permitió ser en gran medida el ser humano que soy.


Enlaces para algunos documentales de RT.COM